San Juan Chamula resiste. Y no sólo en el ámbito cultural, también frente a la pandemia por Covid-19. El pasado martes 16 de febrero unas dos mil personas se dieron cita para recrear el Kin Tajimoltic o Fiesta del Juego, que festeja el inicio del Año Nuevo maya con un baile que dura cinco días consecutivos.
Miembros de las comunidades tzotzil y tzeltal, en Chiapas, celebraron con la misma intensidad que años atrás una una fecha muy significativa: con música, danza, cantos y fuegos se honra la fertilidad de la tierra, tal y como la recoge el calendario maya.
Con la aparición de un grupo de bailarines y músicos vestidos con el atuendo tradicional: calzones de manta, anchas casacas de lana y guaraches de piel como calzado, el carnaval empezó de manera puntual, como cada año.
Aunque #Chiapas regresó hoy a semáforo verde, en San Juan Chamula, en la región Alta del estado nunca pararon las fiestas religiosas, hoy los indígenas celebran su Carnaval👇🏼 pic.twitter.com/eMtpsnLmlz
— Tierra de Todas (@TierraDeTodas) February 15, 2021
El sincretismo enriquece y da nuevo sentido a esta celebración de claras raíces mayas. Junto con algunos elementos de los evangelizadores españoles que llegaron en el siglo XVI a San Juan Chamula, el Kin Tajimoltic representa episodios del Popol Vuh, libro sagrado de la civilización maya, explicó Sebastián Patishtán Méndez, director del Centro Estatal De Lenguas, Arte y Literatura Indígena en Chiapas.
La Fiesta del Juego guarda bastantes elementos de los mayas antiguos: las fechas que dura la celebración están vinculadas a los cinco Días Perdidos del calendario maya, que comprende un sistema calendárico lunar vigesimal (cada mes constaba de 20 días) de 18 meses.
Este sistema registraba 360 días y cinco Días Perdidos, que se aprovechaban para rezar y jugar mediante una fiesta con la que se cerraba un ciclo más.
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La fe en San Juan Chamula
El paxon es el personaje principal del carnaval; aunque hay más de 100 cargos religiosos en estas festividades, hay grandes listas para llevar el cargo preponderante, y si a esto se suma que todos los católicos participan en este rito, la espera es grande, explicó el paxon Mario Hernández Jiménez.
En Chiapas, el único estado de México considerado en riesgo bajo de contagio por las autoridades de Salud, Hernández Jiménez aseguró que «es un cargo que se lleva sobre todo con fe. Teniendo la fe se puede ejercer; si no, no se puede ser. Esto lleva mucha fe y devoción. Este carnaval es único para nosotros porque es un tesoro que tenemos desde nuestros ancestros».
Sin temor a la Covid-19, cientos de tzotziles y tzeltales salen a danzar a las calles, a los cerros y a los manantiales, una tradición que no se puede detener, pues por siglos han resistido para que su cultura y tradiciones no desaparezcan. Y sus hermosos trajes regionales son los testigos de este carácter de fortaleza y orgullo.
«Le estamos rezando a Jesús como el dueño de todo el Universo y si usted tiene lo que tiene, es gracias al Señor. Todo lo que te da es gracias a Jesús. Por eso no puedo descartar la fiesta con toda fe y devoción«, expresó Mario Hernández.
Esta celebración en San Juan Chamula también busca pedir y agradecer por la vida. «Yo pido que haya mucha salud, por lo que está pasando con el coronavirus. Que nos cuide a todos, que nos cuide a todo México, que nos cuide al pueblo», aseguró por su parte Luis Gómez Gómez, organizador del cargo de toros.
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Los sitios sagrados y la Plaza Grande de San Juan Chamula fueron los escenarios donde las autoridades tradicionales religiosas danzaban, con banderas representando la cabeza de Dios, y formaban parte de coros y guitarras, sonajas, trompetas y tambores.
Los paxon llegaron al final del ritual, corriendo junto con su ejército sobre paja en llamas, en un acto de purificación personal relacionado con el calendario agrícola.
San Juan Chamula es fuerte. Es magia, es realidad. Por eso, al término del Kin Tajimoltic, 24 toros se exhibieron en un recorrido por los barrios de esta localidad chiapaneca para ser paseados y montados, desafiando a la muerte, en la Plaza Grande, como parte del juego de la existencia.
Con información de EFE/Mitzi Mayauel Fuentes Gómez