En el estado de Puebla se encuentra la Fuente de los Muñecos, un surtidor enigmático con las figuras de una niña y un niño que —según los pobladores— por las noches cobran vida. Ubicada en el barrio de Xonaca, entre las calles 22 Oriente y 15 Norte, su aspecto parece inofensivo… pero a la vez tétrico.
La Fuente de los Muñecos muestra a dos niños de rostro pálido y sonrisa contenida, los cuales permanecen de pie sobre un montículo de azulejo que arroja chorros de agua, vigilando de forma silenciosa la vida de los pobladores de Xonaca, como guardianes inertes que aguardan la noche para cobrar vida.
Xonaca, es un barrio colonial que anteriormente se llamaba Barrio de los Catrines, porque la gente acaudalada del centro del país edificaba imponente fincas allí con sus correspondientes casas de descanso.
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Leyenda de la Fuente de los Muñecos
La leyenda de la Fuente de los Muñecos es una de las historias más enigmáticas de Puebla y se ha mantenido vigente de generación en generación. Aquí, el exgobernador de Puebla Maximiliano Ávila Camacho, hermano del expresidente Manuel, construyó una casa de verano.
A este inmueble lo cuidaba un caballerango con dos hijos —una niña y un niño— de seis y siete años, respectivamente, quienes eran sumamente conocidos y queridos en todo el barrio por su alegría y amabilidad.
Un día, los hermanitos salieron de casa para acudir a la escuela, pero una lluvia torrencial impidió que los pequeños llegaran a su destino. El niño abrazó siempre a su hermanita para protegerla del agua y fue lo último que se supo de ellos, ya que desaparecieron de forma inexplicable.
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Al caer la noche y ver que los niños no volvían a casa, sus padres salieron a buscarlos con ayuda de los vecinos; sin embargo sus esfuerzos fueron en vano, pues jamás se volvió a saber de ellos. Algunas personas afirman que ambos niños pudieron haber caído en un pozo, pero se desconoce a ciencia cierta qué pasó.
Al enterarse de la tragedia, Maximiliano Ávila Camacho quedó conmovido e instó a colocar una fuente con un pedestal de azulejos de talavera, en honor de los hermanitos desaparecidos. Así se construyó la famosa Fuente de los Muñecos, sobre la cual también giran algunas leyendas de amor e historias macabras.
Según un relato, por las noches las figuras de los infantes postrados sobre la fuente cobran vida para jugar; el eco de sus risas se escucha en todo el barrio hasta el amanecer, cuando vuelven al pedestal de talavera para mantenerse petrificados. Por eso los lugareños aseveran que rodillas y calzado de la Fuente de los Muñecos lucen sucios durante las mañanas.