La acamaya es un crustáceo de agua dulce color amarillo-verdoso, que a menudo se suele confundir con un camarón. Éste sobresale por su duro caparazón, pero también por ser uno de los manjares prehispánicos.
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¿Cuáles son las características de la acamaya?
Su nombre tiene origen en el náhuatl Acatl Maitl que significa mano de caña. En su edad madura, la acamaya puede llegar a medir hasta 12 cm y pesa 160 gramos.
Para su preparación se tiene que recolectar con ayuda de redes o trampas hechas con tubos de bambú en las que se coloca pescado como cebo. Mientras que otra de las opciones para atrapar estos crustáceos es removiendo las piedras de río, método que se conoce como “cuevear”.
Luego de su captura, este alimento no se mata al instante, pues se guarda en una cubeta para mantenerla fresca.
Durante todo el año está permitida la pesca de la acamaya y en algunas regiones representa una importante fuente de alimentación.
Es importante tener cuidado cuando se toma con la mano al crustáceo, pues es una animal territorial y agresivo; puede llegar a atacar con el cuerpo erguido y con sus pinzas.
En México, la acamaya habita principalmente en los ríos que desembocan en el Golfo de México, teniendo predilección por aguas donde la corriente es ligera o nula y de baja salinidad.
¿Cómo se prepara la acamaya?
Este delicioso platillo prehispánico se puede preparar con salsas o en caldos; por ejemplo, al chipotle o con verduras.
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También como el camarón, la acamaya puede cambiar de color cuando se cocina, al tornarse rojiza. Su sabor es intenso, pero la carne es suave, así que se puede preparar con mantequilla, epazote y chiltepín para que su sabor no sea opacado.