Viajar a Vietnam no es lo que era. Hoy es prácticamente una odisea cruzar sus fronteras, tanto para los locales que consiguen vuelos de repatriación como para los viajeros extranjeros que logran cumplir con los estrictos requisitos de las autoridades de ese país.
Si viajas allá, te embutirán en equipos de protección individual (EPI), te transportarás en soledad en autobuses plastificados y te aislarán durante dos semanas en hoteles designados por el Gobierno.
Este arduo proceso burocrático no es para menos ni ha sido en vano. Desde que cerró sus puertas al turismo el pasado marzo para frenar la pandemia de Covid-19, Vietnam se ha mantenido como uno de los países que mejor han gestionado la crisis sanitaria: mil 397 casos y 35 muertos en total.
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— Guías Viajar (@guiasviajar) November 21, 2020
Un español en Vietnam
Enrique López Mañas, ingeniero nacido en España, reside desde el lunes 14 de diciembre en Vietnam. Luego de terminar su cuarentena de dos semanas en un céntrico hotel de la ciudad Ho Chi Minh (antigua Saigón), podrá estar con su pareja, que hace meses no veía.
Aislado en la habitación del hotel, López Mañas necesitó la aprobación explícita del Comité Popular de la ciudad (equivalente a un ayuntamiento), del Centro de Control de la Pandemia y la presentación de una prueba PCR negativa —con un máximo de cinco días antes de montar en el avión—.
Vietnam ha cerrado el acceso a vuelos comerciales internacionales, pero varias aerolíneas operan vuelos charter de forma regular. Por ello, encontrar un boleto de avión no fue fácil para el ingeniero español, pese a contar con la ayuda de su empresa —hizo las gestiones y corrió con los gastos—.
Enrique narra: “en el avión íbamos ocho pasajeros de Qatar a Saigón. Teníamos que ir con la máscara protectora de plástico durante todo el vuelo, excepto para comer y beber”.
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Otro escenario igual lo esperaba en el Aeropuerto Internacional de Ho Chi Minh. La terminal aérea presentaba un aspecto fantasmal, con apenas 20 personas, todas ataviadas con trajes de protección completa y manteniendo las distancias con los ocho pasajeros recién llegados.
Antes de subir al autobús en el que recorrió él solo con el conductor —cuyo asiento estaba separado por plásticos— los siete kilómetros que separan el aeropuerto de su hotel, pasó los debidos controles y recogió su equipaje, se enfundó el EPI que le proporcionaron y salió de la terminal.
“Cuando llegué al hotel, todos los empleados tenían el traje de protección completa, como yo. Tuve que recoger mi llave en una mesa y seguir el camino indicado hacia mi habitación. Subí solo en un ascensor forrado de plástico y entré a la habitación en la que he estado estas dos semanas”, recuerda.
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El confinamiento
Aislado en su cuarto durante 15 días, las únicas personas a quienes ha visto son los enfermeros que le han tomado la temperatura corporal a diario y le han hecho las tres pruebas PCR obligatorias para recobrar su libertad: una a su llegada, otra en mitad de la cuarentena y una última antes de salir.
Las tres comidas al día, más alguno que otro plato que su novia llevaba a la recepción, las tomaba de una mesa ubicada en el pasillo junto a su habitación.
Sorprendido, López Mañas comenta la diferencia de los trámites en Vietnam con los requisitos que le pidieron en junio para entrar a España desde Alemania, cuando no tuvo más que rellenar un cuestionario en el que declaraba que no estaba infectado.
“El trato con el personal es correcto, están disponibles siempre, pero es muy estricto. No he podido abandonar mi habitación bajo ninguna circunstancia.”
Navidad en cuarentena
Otro es el caso de Sonia Pino, una arquitecta española que tiene previsto tomar su vuelo desde Barcelona a Ho Chi Minh —vía Singapur— el próximo sábado 19 de diciembre.
Ella “estaba viviendo en Nueva Zelanda y tenía previsto mudarme a Vietnam en abril para reunirme con mi novio; ya tenía el vuelo comprado, pero cerraron las fronteras y he tenido que retrasarlo todo y esperar a encontrar un trabajo”.
En contraste con Enrique, ella ha hecho todos los gastos, un poco más de 2 mil euros —contando el vuelo, el traslado del aeropuerto al hotel y las dos semanas de cuarentena—.
Cuando cuente con la PCR negativa y todos los permisos de las autoridades de Vietnam, una precariedad que le ha producido ansiedad en los meses recientes, no tendrá el boleto confirmado hasta un día antes de salir, aunque dispone ya de reserva.
Los constantes retrasos le obligarán a pasar su cumpleaños, la Navidad y Año Nuevo sola en una habitación de hotel de Vietnam, cuando su idea inicial era festejar en Ho Chi Minh con su novio tras casi un año sin verlo.
Con información de EFE/Eric San Juan