Cuando llegas a la Misión de San Javier, en Baja California Sur, lo primero que te impacta a la vista es el marcado contraste de su ubicación: parece una iglesia solitaria, perdida en el tiempo, con montañas circundantes como fieles centinelas que de vez en cuando le narran lo que ven a lo lejos.
De esta antigua misión jesuita no sólo vale la pena conocer su historia; echar una amplia mirada alrededor también es gratificante, pues antes de llegar se deben recorrer hermosas montañas; además, si te sientes en comunión con la naturaleza, la gran variedad de árboles frutales y jardines de olivos que rodean la Misión de San Javier también te susurrarán algunos secretos al oído.
Las paredes de este recinto parecen querer contar bastante pormenores de la evangelización durante la época de la Nueva España (como era llamado México) en las Californias. Y es que la Misión de San Javier, localizada en la Sierra Giganta, 35 km al sur de Loreto, fue un sitio muy especial e importante en este proceso histórico.
Si bien no es la única de las misiones de la región —hay 10 misiones que siguen en pie—, sí es la mejor conservada, pese a que fue construida a finales del siglo XVII; por esta razón, la Misión de San Javier es más que digno exponente de la belleza arquitectónica estilo barroco de la región.
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El inicio energético de Misión San Javier
Si viste la película La Misión, con Robert de Niro (dirigida por Roland Joffé, 1986), sabrás a qué nos referimos con la siguiente escena: fundada en 1699 por el sacerdote Francisco María Piccolo, en 1703 la Misión de San Javier tuvo que ser abandonada por los misioneros a raíz de la resistencia de los pueblos originarios.
Tiempo después, la estrategia de los jesuitas tuvo que cambiar: el misionero Juan de Ugarte ayudó a la construcción de represas y canales de riego, plan gracia al cual los lugareños pudieron sembrar cereales, y árboles frutales y vides. Así fue que se pudo restablecer la Misión de San Javier.
Como un paréntesis importante, gracias a esta actividad agrícola en apariencia menor, desde entonces comenzó la producción de vinos misionales que se mantiene en la actualidad, un atractivo más para cualquier sibarita.
Un interior deslumbrante
El patrono del lugar, San Francisco Javier Vigge Biaundó, bendice la fachada barroca, la cual da paso a la capilla con un magnífico retablo de estilo barroco estípite (estilo caracterizado por incluir columnas estípites en su construcción), de madera tallada y dorada. Los cinco excelentes óleos con imágenes religiosas te harán sentir en el cielo. Si sales del embeleso, afuera, detrás de la iglesia, hay un jardín con olivos con más 300 años de antigüedad.
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Los primeros días de diciembre de cada año, la Misión de San Javier recibe a miles de visitantes de las comunidades y municipios aledaños; ya sea a pie y o a caballo, los devotos y los curiosos se dan cita en unas de las festividades más importantes de la región.
Una vez que concluyas este viaje imaginario al pasado, recorre el Pueblo Mágico de Loreto, a casi 39 km y una hora de distancia, para relajarte en sus playas o comer un delicioso ceviche acompañado de una cerveza artesanal del estado.
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