El Pueblo Mágico de Mapimí, en Durango, deja al descubierto las ruinas que hablan de su pasado minero, mejor conocido como Ojuela, cuyo esplendor se niega a ser olvidado por el tiempo, pues a pesar de haberse convertido en un escenario fantasma, aún causa fascinación al lente humano.
Es en el pueblo fantasma de Ojuela donde cada detalle de sus vestigios arquitectónicos abre un mundo de posibilidades a la expresión fotográfica, para quien gusta manipular la cámara. Pero a su vez se convierten en la escenografía instagrameable más que perfecta.
Ojuela se localiza a 15 minutos del Pueblo Mágico de Mapimí, pero para llegar hasta este territorio fantasma hay que cruzar un puente colgante de 315 metros de largo, al que consideran el más grande de América Latina. Data del siglo XIX, precisamente construido para el desarrollo minero del ahora destino turístico.
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Sólo con caminar entre su vieja madera ya sientes adrenalina pura, pues se encuentra a 100 metros de altura. Los cronistas cuentan que a través de este circuito de Ojuela, ubicado cerca del Pueblo Mágico de Mapimí, en épocas de esplendor económico se trasladaba desde ahí el mineral que se extrajo hace un siglo de la mina Santa Rita.
Fue a finales del siglo XVI cuando se descubrió la riqueza que existía en la Ojuela, así que primero fue explotada por los españoles.
Para 1890, la minera mexicana Peñoles compró la mina, para convertirla en una de las más importantes del país, pero una inundación en 1932 concluyó con una de las etapas de desarrollo más importantes del estado de Durango.
De Ojuela regresamos a Mapimí
Para adentrarse más en los paisajes que ofrece Ojuela, entonces hay que subir a la tirolesa que ahí mismo se halla, son 500 metros de recorrido entre los cañones que resguardan a este pueblo fantasma. Desde las alturas la vista es fascinante, espectacular.
Por ahora la ventura ha concluido, pero falta el lado más cultural de todo esta travesía a la que invita vivir el Pueblo Mágico de Mapimí. Son 400 años de historia contemplados en sus fachadas arquitectónicas, en su rostro desértico, en el andar de personajes ilustres que pernoctaron alguna vez entre sus calles y casonas.
Son 4 horas de recorrido desde la ciudad de Durango para llegar hasta el Pueblo Mágico de Mapimí, que desde 2010 fue incluido en la lista de la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, al pertenecer al Camino Real de Tierra Adentro, una de las rutas comerciales más importantes de todos los tiempos.
Para descubrir la faceta independentista y revolucionaria que jugó el Pueblo Mágico de Mapimí y Ojuela, hay que adentrarse a la Casa Cigarrona, donde se alojó Benito Juárez, así como El Recinto de Hidalgo, donde se mantuvo prisionero a Miguel Hidalgo.
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En el Pueblo Mágico de Mapimí es imperdible una visita en su Museo Comunitario; justo en este lugar se podrá conocer más sobre los gloriosos años del ahora pueblo fantasma de Ojuela, cuando era toda una industria minera, además de apreciar las maravillas en minerales que aún se hallan en el interior de la mina Santa Rita.
Sin embargo, la aventura puede arrancar de nuevo muy cerca del Pueblo Mágico de Mapimí, con una exploración a las Grutas del Rosario, donde puedes hacer un recorrido subterráneo de más de 500 metros.
Con un recorrido por la Reserva de la Biosfera de Mapimí se pueden descubrir sus especies de cactáceas y reptiles. Más adelante, una experiencia única promete la Zona del Silencio, considerado un lugar misterioso, pero esa ya es otra historia.