El peltre es un material que ha sido utilizado por generaciones, por eso se convirtió en un infaltable de la cocina mexicana. Sin embargo, durante años se creyó que era tóxico para el ser humano por su contenido de plomo, pero esto es falso en parte, pues existen diferentes tipos.
Este material fue creado en Alemania durante el siglo XVIII para recubrir los utensilios de cocina que estaban elaborados en cobre —este metal dejaba un sabor desagradable en los alimentos—.
Con el paso del tiempo, el peltre arribó a América y se volvió sumamente popular; era común verlo en las cocinas de nuestras abuelitas ya sea en forma de cucharas, pocillos, ollas y tazas, entre otros utensilios.
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Los tipos de peltre
Estos trastos de fondo azul, blanco, café, verde, etcétera, con pequeños puntos se convirtieron en objetos indispensables en el arte culinario de México. Por esa razón era común verlos en alacenas y vitrinas de abuelas y bisabuelas mexicanas.
Existen diferentes tipos de peltre: fino, trilfe, lay o ley. Los dos primeros contienen muy bajas cantidades de plomo, por lo que pueden emplearse sin problema alguno en la cocina.
El peltre es acero esmaltado o porcelanizado que se forja y se esmalta. La fundición se efectúa entre 175 y 800 °C, y al enfriarse se adhiere de forma perfecta al acero, formando un recubrimiento sólido y resistente.
Uno de los grandes beneficios de emplear utensilios de peltre es el costo, pues se comercializan a módicos precios; asimismo, son resistentes a golpes y al calor, ayudan a mantener mejor conservados los alimentos, son buenos conductores de calor, son fáciles de limpiar, no se queman y aportan gran colorido.
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Con el paso del tiempo, materiales como la cerámica, la porcelana y el vidrio remplazaron al peltre, el cual se convirtió en un material barato asociado a las personas con menos poder adquisitivo, quienes principalmente usaban estos utensilios.
Sin embargo, ¿quién no ha tomado un café o degustado una delicia que la abuela servía en estos utensilios?