Las tortillas de maíz son un infaltable en la cocina mexicana; no sólo es el complemento perfecto, también da vida y forma a la gastronomía nacional.
La tortilla forma parte fundamental en la dieta de los mexicanos y se ha elaborado desde tiempos prehispánicos con base en maíz, agua, metate y un comal, obviamente de forma artesanal por manos mexicanas.
La tortilla hecha a mano es el acompañamiento ideal para cualquier platillo nacional ya sea caldoso o seco, debido a que aporta sabor, textura, consistencia y, por supuesto, proteínas, carbohidratos y aminoácidos esenciales, entre otras propiedades.
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En otras épocas se elaboraban tortillas con varios tipos de maíz, cada uno brindaba un color, sabor y textura diferente. Por tradición, se empleaban los maíces blanco y azul, pero también se elaboraban con morado, rojo y amarillo.
Sin embargo, con el paso del tiempo su elaboración dejó de ser artesanal con la llegada de la máquina para hacer tortillas, la cual cambió su textura, consistencia y sabor.
La nueva era de las tortillas
Con la llegada de este invento se creó todo un ritual mexicano alrededor de las tortillerías: formarse, envolverlas en papel o servilleta de tela y comerse un buen taco de sal o salsa mientras están calientitas, algo que sin duda alguna es una experiencia única a la que muy pocos pueden resistirse.
La máquina de tortillas nació en 1904, gracias a Everardo Rodríguez y Luis Romero, dos hombres que revolucionaron la gastronomía mexicana al agilizar su elaboración. Pero en un principio no todo fue perfecto, pues éstas eran cuadradas y tomó varios años y la intervención de otras personas para que volvieran a su forma original (circular).
Asimismo, transcurrieron varios años para que las máquinas adquirieran su aspecto actual: con rodillos que aplanan y cortan las tortillas, que posteriormente pasan por fuego y, por último, son recibidas por el despachador. Hasta que apareció Fausto Celorio, quien en 1947 implementó el sistema de rodillos.
En ese mismo año, Celorio patentó su invento como un «aparato cocedor de tortillas». Pero no todo fue tan sencillo, pues le tomó varios años perfeccionarlo y corregir problemas, como el sobrecalentamiento o el número de tortillas que se podían elaborar.
Anteriormente, el proceso artesanal en la elaboración de tortillas requería de arduas horas de trabajo, pues se debía desgranar el maíz, molerlo, amasarlo; luego se hacían y calentaban las tortillas, una a una, en el comal. Hoy este proceso se agilizó y la ardua labor fue reemplazada por escasos minutos de espera.
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Lo más probable es que Everardo Rodríguez y Luis Romero, quienes crearon la primera máquina de tortillas cuadradas, y Fausto Celorio no imaginaron que su invento revolucionaría la gastronomía mexicana, facilitando una tarea que era sumamente laboriosa.
La tortilla está presente en tacos, chilaquiles, tostadas, chalupas, enfrijoladas, enchiladas, quesadillas, sincronizadas y en un sinfín de platillos típicos de México.
Esta delicia no sólo ha servido como complemento, sino de otras múltiples maneras: como cuchara cuando no se cuenta con este utensilio para comer, creando pequeños cucuruchos para recoger los alimentos; como plato, al poner sobre la mano una tortilla caliente en forma de conchita para verterle unos buenos frijoles o algún guiso.
Las tortillas de maíz es una herencia prehispánica importante que fue, es y seguirá siendo infaltable en la riqueza culinaria mexicana.