Teotihuacán resguarda paredes milenarias en el inadvertido Museo de Murales Beatriz de la Fuente

Uno de los temas recurrentes entre los pasillos y salas del museo está estrechamente relacionado con la observación astronómica

Teotihuacán y su inadvertido Museo de Murales
Ulises Moreno/Flickr

Varias de estas joyas del arte prehispánico están refugiadas por el Museo de Murales Beatriz de la Fuente, dentro de la zona arqueológica de Teotihuacán, que alberga más de 50 paredes de complejos residenciales milenarios, junto con varios artefactos recuperados en templos y palacios del sitio.

Este recinto cultural lleva el nombre de una mexicana extraordinaria, en homenaje a su trabajo como historiadora del arte. Se divide en nueve salas principales, cada una con su propio enfoque temático, donde se hace una interpretación del espacio y el tiempo de la ciudad:

Integración plástica; El Tiempo. Orientación urbana y Pintura Mural; El juego de pelota y el inicio del tiempo; Los temas en los Murales Prehispánicos; Fases Técnicas; Reproducción del Pórtico 25 de Tetitla; Ideología y religión; El conjunto del Sol. Zona 5-A y Sala informativa, Beatriz de la Fuente.

De esta manera el espectador se sensibiliza con la fusión de lo real y lo fantástico, elementos que se perciben en estas piezas; como el caso del felino que porta un tocado de plumas mientras muestra su lengua bifurcada y qué decir de los pájaros de extrema belleza, de cuyos picos brota agua.

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El rostro poco explorado en Teotihuacán

Uno de los temas recurrentes entre los pasillos y salas del museo está estrechamente relacionado con la observación astronómica, un claro ejemplo es el pequeño monolito que utilizaban los teotihuacanos, para dar seguimiento del tiempo y los solsticios, de acuerdo con las creencias de los investigadores

Entre los objetos que también se pueden descubrir durante su recorrido son: fémur humano, dos frascos de cerámica, 18 hojas de obsidiana, todo se encontró al interior de una caverna que también tenía uso para la observación astronómica.

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Gracias a las conclusiones de los especialistas se sabe que los murales se coloreaban con la mezcla de piedras semipreciosas y tierra. Es decir, de la hematita se obtenía un rojo  brillante, el verde esmeralda era resultado de la malaquita, mientras que el azul se produjo de la azurita.

Al interior del museo se revelan las distintas disciplinas del arte de esta cultura, así como los aspectos fundamentales del muralismo de Teotihuacán: método de escritura (sin descifrar en su totalidad); evolución del artista y sus técnicas; así como la relación con la ideología y la religión dentro de un contexto que tiene por lo menos mil 500 años de antigüedad.