La cuija es un reptil del grupo de los geckos (Phyllodactylus), cuyo nombre científico es Hemidactylus frenatus, pero son popularmente conocidas como geckos caseros o besuconas; llegaron a México desde Filipinas a bordo de la Nao de China para extenderse por los estados de Guerrero, Tabasco, Chiapas y Oaxaca.
En maya yucateco, son nombradas como ch’oj kaan y se les llama también besuconas porque hacen un ruido bastante peculiar para marcar su territorio: el tronido de un beso —»cui cui»—.
A la cuija también se le conoce como salamanquesa, salamandra, chichu o cachora. México es el segundo país, después de Australia, que posee la mayor cantidad de estos animalitos que se distinguen por poseer cuerdas vocales, las cuales les permiten emitir sonidos para alertar sobre posibles peligros, aparearse o marcar su territorio.
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Las peculiaridades de la cuija
Durante la época novohispana, la Nao de China zarpó de las costas de Acapulco rumbo a Filipinas, de donde volvió al puerto guerrerense, trayendo una nutrida población de cuijas.
De acuerdo con un estudio publicado por la revista American Scientist, el adhesivo de las patas de las cuijas la faculta para soportar miles de veces su propio peso, un fenómeno que los científicos llaman fuerza intermolecular de Van der Waals.
La cuija es una especie nocturna, por eso posee pupilas verticales que le ayudan a ver en la oscuridad. Como todas las lagartijas, las cuijas suelen quedar totalmente inertes mientras observan a su presa para descifrar si posee algún medio de defensa que pueda impedir su caza; si representa algún peligro, huye del lugar rápidamente.
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En algunas regiones se cree que la cuija es un animalito venenoso, por eso se teme a su mordida o al simple contacto cutáneo; de acuerdo con varios mitos, causa taquicardia, presión alta, mareos o contagia el virus Epstein Barr. Sin embargo, esto es falso: no representa ningún riesgo para los seres humanos.
Otra particularidad de esta especie es su color claro por las noches. Asimismo, es común encontrarlas en casas, edificios o cerca de las luces artificiales, pues éstas atraen insectos, un verdadero manjar para las cuijas.