El Museo de la Ciudad de México se encuentra en el antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, un recinto de arquitectura barroca del siglo XVIII que fue obra del arquitecto Francisco Guerrero y Torres, y que en su interior guarda una fuente que encierra una historia de amor.
Este sitio cultural abrió sus puertas el 31 de octubre de 1964 y ofrece servicios culturales; sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en la fuente de sirena que se encuentra en su interior y sobre la cual gira una romántica historia, misma que a continuación te contaremos:
Tras la conquista española se repartieron diversos solares cercanos al centro ceremonial mexica para quienes colaboraron con la consumación de dicho acto. Tal fue el caso del licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, quien contrajo nupcias con la prima hermana de Hernán Cortés, motivo por el cual le fue entregado un predio ubicado en la calzada de Iztapalapa (hoy Pino Suárez), la más importante de aquella época y donde edificó su domicilio.
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Dicha relación y habilidades de Gutiérrez Altamirano le valieron convertirse en consejero y albacea de Cortés, quien además lo gratificó con la hacienda de Zacango (hoy zoológico), donde estableció la primera ganadería de América Latina.
Años después, el hijo de Juan Gutiérrez Altamirano, de nombre Fernando, se casó con una de las nietas del virrey Luis de Velasco. Por este motivo, en 1616 fue nombrado Conde de Santiago de Calimaya por Felipe III de España, de ahí que la propiedad de Juan Gutiérrez Altamirano adoptara el nombre de Palacio de los Condes de Calimaya.
Esta construcción es una de las más importantes de su época, no solo por su impresionante arquitectura, sino también porque a lo largo de sus rincones se puede apreciar la opulencia de la aristocracia virreinal mexicana, donde destacan leones en sus escaleras, mascarones en el portón principal y se dice que la madera y mano de obra que elaboraron la puerta de acceso principal fue traída de Filipinas.
En su interior se encuentra una fuente en forma de concha con una nereida (sirena o ninfa del mar) tocando la guitarra con la mira puesta hacia la capilla y sobre la cual gira esta historia.
De acuerdo con la leyenda, los Condes tenían una hija de impresionante belleza, que el único que error que cometió en su vida fue enamorarse, ya que desafortunadamente para su causa se enamoró de un plebeyo mestizo que era hijo de un criado, quien estaba dispuesto a todo con tal de conservar su amor.
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Desafortunadamente, cuando el Virrey se entero de tal aberración, hizo que lo golpearan y lo destituyeran de su trabajo, motivo por el cual su hija cayó en una profunda tristeza que la postró en su cama hasta que finalmente murió.
Tras la muerte de su hija, su padre quedó desconsolado y la culpa lo carcomía por dentro, pues creía que él había sido el causante de la infelicidad y muerte de su primogénita. Por lo que para honrar la memoria de su hija mandó a erigir una fuente de cantera con una sirena tocando la guitarra.
Sin embargo de poco sirvió, ya que cada noche, al admirar la fuente, observaba que la sirena se levantaba y lloraba desconsoladamente. Dicha visión sucedía todos los días hasta que un día se quedó sin agua y la ilusión cesó.
Hoy en día este recinto alberga el Museo de la Ciudad de México, donde se muestra el desarrollo de la capital.