De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Zona Arqueológica Templo Mayor se nombró así porque allí se encuentran los restos del ex edificio principal de la antigua ciudad de Tenochtitlan.
Era el centro de la vida política y religiosa de la sociedad mexica, razón para entender la presencia del templo doble dedicado a Tláloc y Huitzilopochtli, la Casa de las Águilas, el Templo de Ehécatl, el Tzompantli, el Juego de Pelota y el Calmecac, todas edificaciones sagradas.
Con esta misma simbología se habla del relieve de la diosa Coyolxauhqui, localizado al pie de la escalinata que conducía al adoratorio dedicado a Huitzilopochtli. Es así como parte del museo el Templo Mayor está dedicado a exhibir piezas que tratan temas como muerte, sacrificio, ofrendas y rituales que celebraba esta cultura prehispánica.
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Esta escultura de Xipe Tótec fue recuperada en Chalco, y por su estilo se cree que data del año 800 al 900 dC. 🌽
— MuseodelTemploMayor (@MusTemploMayor) September 22, 2020
“Nuestro señor el desollado” tenía su fiesta Tlacaxipehualiztli en la que se celebraban las victorias militares y se sacrificaban, sobre todo, guerreros cautivos pic.twitter.com/kKABOtameN
Rituales sorprendentes en el Templo Mayor
En la gran Tenochtitlan el autosacrificio también formaba parte de las prácticas religiosas y consistía en perforar ciertas partes del cuerpo con instrumentos punzocortantes elaborados con obsidiana o hueso. Ya que la persona se hallaba envuelta en sangre, se colocaban al interior de bolas denominadas zacatapayolli, para servir como ofrenda a los dioses.
Otro de los rituales que se llevaban a cabo eran los sacrificios humanos en honor a Huitzilopochtli; como ejemplo están los cráneos apilados en formar un altar, o Tzompantli. De acuerdo con investigaciones del INAH, para el desarrollo de estas ceremonias se utilizaba un cuchillo de pedernal y un recipiente conocido como cuauhxicalli, para colocar los corazones que también se ofrendaban a las deidades.
Dicen los expertos que aunque parezca sorprendente, este tipo de actividades simbolizaba la continuidad a la vida para este pueblo prehispánico, donde sus sacerdotes realizaban una serie de rituales y plegarias en el Templo Mayor para invocar a los dioses y pedir su benevolencia.