El colorido de México que acaricia nuestras pupilas no sólo «nace» en sus textiles o fachadas, también en su variopinta flora, por ejemplo, el maculís, árbol que habita en países como Guatemala, El Salvador, Colombia, Venezuela y Perú.
El maculís, cuyo nombre científico es Tabebuia rosea, además es conocido como guacamayo rosado o amapa, y pertenece a la familia de las bignonácea; es originario de Centroamérica y América del Sur, aunque es común verlo en el sureste mexicano, específicamente en Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán.
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Maculís, belleza de altura
El maculís florea entre marzo y junio, cuando enormes flores rosas tapizan los horizontes, parques y jardines, y parecen un enorme faro brillante que cautiva a cualquiera. Tiene una altura promedio entre seis y 10 metros, pero hay ejemplares que alcanzan los 30 metros.
Posee un tronco corto de corteza color pardo, su follaje se compone de hojas palmadas de tres a cinco foliolos, mientras que sus flores son de cuerpo acampanado de color rosa, lavanda o magenta. Su fruto de forma cilíndrica mide 25 centímetros y contiene entre siete y 10 semillas aladas.
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Además de ser un árbol ornamental por su gran belleza, el maculís posee una madera de gran calidad, la cual es utilizada para la elaboración de muebles, pisos, botes y artesanías, entre muchas otros.
De acuerdo con un documento de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) sobre el maculís, existen cerca de 100 especies en América.
El maculís crece en sitios planos y se presenta en suelos de origen calizo, ígneo o aluvial. En general, esta planta está cómoda en lugares con problemas de drenaje, principalmente en bosques pantanosos o que se inundan; se desarrolla en suelos conocidos como vertisol pélico y vertisol gleyco.