«El Choco», la leyenda de la Hacienda de Coahuixtla

"El Choco", el niño que merodea la hacienda y juega con hueso.

"El Choco", la leyenda de la Hacienda de Coahuixtla
Foto: Tama66/Pixabay

La Hacienda de Coahuixtla fue una de las fincas azucareras más prosperas de Morelos, principalmente de San Pedro Apatlaco, pero alberga una tétrica leyenda conocida como «El Choco«. Su fundación data de la época virreinal, posteriormente fue manejada por la orden religiosa de los dominicos y años después pasó a manos de particulares.

Dada su magnitud, la Hacienda de Coahuixtla contó con su propio ingenio azucarero, convirtiéndose en la principal productora de azúcar en el ámbito mundial. Sin embargo, en esta ocasión hablaremos de algo más que su función e historia y nos centraremos en una leyenda que gira alrededor de ella.

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«El Choco», la historia del niño diabólico

Según la leyenda de «El Choco«, en la Hacienda de Coahuixtla trabajaba una hermosa mujer que era sumamente asediada por los hombres, quienes inventaban cualquier tipo de estrategia para poder conquistarla, sin éxito alguno, ya que era ella reservada y pocas veces conversaba con la gente que la rodeaba.

Una tarde, cuando la mujer había terminado de bañarse en uno de los ríos cercanos, llegó un extraño hombre en un enorme caballo negro y se le acercó con la intención de conquistarla, pero aquella bella mujer terminó por rechazarlo al igual que los demás.

Los encuentros entre ambos se hicieron cada vez más frecuentes y debido a la galanura de aquel hombre, la mujer decidió darle una oportunidad y de a poco la conquistó hasta que quedó embarazada. Durante el tiempo que duró el embarazo (9 meses), la mujer notó ciertas cosas que la inquietaban.

Se percató que el niño se movía de forma constante y brusca durante largos periodos de tiempo, produciéndole dolores insoportables, incluso se decía que podía escuchar que el bebé le hablaba. Cuando «El Choco» nació, la mujer notó que su vástago era más despierto que los demás y siempre estaba atento a lo que pasaba a su alrededor, como si comprendiera lo que sucedía.

Seis meses después, decidió bautizarlo fiel a las costumbres católicas, con la creencia de que todo comportamiento extraño desaparecería, una vez llegado el día, mientras cruzaban por donde sus padres se conocieron, el pequeño comenzó a reír y a soltar carcajadas malévolas.

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Al estar en brazos de su madrina, «El Choco» habló y le dijo: «Mira madrina, ya puedo hablar, ya tengo dientes y te voy a matar«; antes que su madrina pudiera hablar o reaccionar, perdió la vida y quedó tirada sobre el camino de terracería.

El bebé saltó al río y huyó sin que nadie volviera a verlo, curiosamente y de forma extraña, los padres del menor también desaparecieron. Desde entonces se dice que «El Choco» pasea por las ruinas de la Hacienda Coahuixtla y merodea las orillas del río, donde aseguran haberlo visto jugar con huesos y reírse de forma espeluznante.

Otras personas señalan que lo han visto por la zona como si se tratase de un bebé abandonado que pide que lo carguen, una vez que lo cargan los brazos les arden y si lo miran, el menor desaparece y les deja severas heridas.